El se sabía un camino
que le enseñó una sirena;
caminito de la arena
hacia un jardín submarino.
¡Qué bien que se lo callaba!
¡Y qué bien que se sabía
el camino que llevaba
sus pasos donde él quería!...
(Extracto de la elegía del niño mariscador)
Jardines submarinos destruidos por la mano del hombre.
Que hermoso el texto,el hombre debería leerlo más a menudo.
ResponderEliminarbesos
aterradoras las imágenes... pero pura realidad. Y no aprendemos...
ResponderEliminarQué pena da perder algo para siempre. Y la poesía lo hace aún más doloroso.
ResponderEliminarSupongo que el dolor de algunos se aplaca muy fácilmente con dinero.
Seguro que llegamos tarde...Que pena.
ResponderEliminarSaludos!